Del estado a la construcción
La nariz es la máscara precisa para ingresar a una demanda pedagógica concreta: honestidad.
Queremos verte en tu mayor sinceridad, lejos de la sonrisa obligada que la educación bien nos ha enseñado. Queremos ver toda tu humanidad, con todos tus años encima, con todas tus vivencias. Triste, ilusionado, vacío, enojado, optimista, abatido….y sin embargo de pie.
¿Podemos permitirnos jugar con esos estados que subyacen en nuestro fondo?
Allí cuando todo se ha ido. Allí, cuando no tengo que agradar, ni hacer reír. Cuando simplemente dejo que mi más profundo sentimiento se haga cargo.
Solo cuando ello ocurre, la potencialidad del territorio se despliega. Un suspiro, una mirada, un dedo que se mueve, es suficiente para desatar la más generosa carcajada. Como público, nos depositamos en ti, bajando nuestras barreras, porque tú las has bajado con nosotros.
Desde este estado nos sumergiremos en la construcción escénica y sus rigurosidades, para luego quitarnos la nariz e investigar a donde nos lleva la escena si seguimos fieles al espíritu del territorio.
No te preocupes de que funcione, ni de lo que crees que funciona,
abrite a la sorpresa
no inventes, descubre.